viernes, 1 de marzo de 2019

Is PDI structurally neurotic? Marco Heleno Barreto. Artículo publicado y eliminado por ISPDI



Regarding its status within the modern world, psychology as the discipline of interiority is an asylum

Notice that metaphysics is preserved in psychology in its logic, in the way it thinks, but not necessarily in its contents, and definitely not in its absolute refusal of any ontological claims. Psychology thinks as metaphysics does, but only as a procedure, a methodology, a way of looking at things, without claiming ontological validity, without saying that things are as it sees. 
 Here it is of the utmost importance to remark that “ontological” in Giegerich is always associated with positivity, entity, substance (cf. WIS, p. 26-29). Consequently, absolute negativity could not be an ontological category. However, this restricted sense of “ontological” does not exhaust all what is implied in an ontological assertion. If we examine Plato’s ontological conception, for instance, which is organized around the idea of being, we see that being is not the ultimate fundament of the real, but is itself the result of two polar principles – the One and the Dyad – which consequently are not being, but beyond being (as substance, or essence), epekeina tes ousias. Thus these principles are absolute negative, and nonetheless they necessarily and implicitly belong to any ontological assertion as the fundament of being and of its intelligibility. Therefore, ontology is not necessarily alien to logical absolute negativity: it presupposes it as its ultimate intelligible foundation, the real foundation of the intelligibility of the real (its “soul”, in our parlance). The distinction between the two levels (logic and ontology) cannot be a dissociation, otherwise any ontic phenomenon would be intrinsically unintelligible and unthinkable; consequently, no ontological assertion would be possible; scientific knowledge also would not be possible, as it presupposes the intelligibility of positive-factual reality (and, by the way, science cannot on principle explain this intelligibility, which thus is the prerogative of ontology); and finally, the dissociation would render the logical dimension of the real either an unreal flatus vocis, or a free floating positivity...  


Wolfgang Giegerich has said that “positivism is, as it were, a metaphysical thought-style deprived of the metaphysical world dimension belonging to it” (WIS, p. 23). Mutatis mutandis, the same can be applied to psychology as the discipline of interiority: it is a metaphysical thought-style (“a mode or style of perceiving, reflecting, interpreting, and reacting”, metaphysics “reduced to the form and status of a mere methodological approach”) consciously self-deprived of the metaphysical world dimension belonging to it (through giving up “any claim to being or striving for true knowing”). As such, psychology as the discipline of interiority is, as it were, the paradoxical nihilistic form assumed by the metaphysics of absolute negativity under the post-metaphysical logical conditions of modernity. This strongly resembles a neurotic compromise formation, with the sole fundamental difference that in psychology we are implicitly conscious of that status. This consciousness reveals itself when we accept the hobby status of psychology as the discipline of interiority. In this case, and in the light of its structurally neurotic epistemic stance, psychology is nothing but the conscious simulation of metaphysics in post-metaphysical times, a harmless pastime with no epistemic relevance, “merely one of the things one can do if one is so inclined”. The conjugation of the nihilistic framework of psychology with its self-definition as a pastime forcefully evokes Nietzsche’s characterization of the Last Man in the prologue of Thus Spoke Zarathustra (cf. NIETZSCHE, 1927, p. 12): the choice of a nihilistic pastime as one’s job is a feature of the condition of Last Men. Thus we can say that as psychologists we are logically at the same level of Nietzsche’s Last Man. 


...psychology as the discipline of interiority “tries to fight or cure those very same mechanisms in the patient in order to defend itself against becoming aware of its own neurosis” 


domingo, 12 de febrero de 2017

Psicología Materialista: El Ensayo de Jung sobre la Trinidad



Berlín, W. Giegerich.

 
Fragmento del artículo traducido por Helena HD.
 


Si partimos  sabiendo que Jung una y otra vez insistió en ser considerado  un empirista, la siguiente afirmación de él no nos sorprende. "Debo llamar vuestra atención sobre el hecho de que no tengo una teoría de Dios como cuaternidad. La  cuestión de la cuaternidad no es una teoría en absoluto, es un Fenómeno... No cometería tal crimen contra la epistemología...(Letters 2, p. 584, a Witcutt, 24 Aug. 1960.) No soy de ninguna manera responsable del hecho de que hay fórmulas de cuaternidad..." Jung se declara inocente. Él no tiene una teoría... Simplemente está presentando hechos o fenómenos. Ahora estamos ciertamente dispuestos a admitir que hay tales cosas como fórmulas cuaternarias. Pero obviamente hay también fórmulas trinitarias, triadícas así como diádicas y por supuesto monistas, por no mencionar todos los otros esquemas numéricos con siete, doce, veinte, sesenta elementos. Sin embargo, en el caso de la Trinidad y la cuaternidad, Jung no está interesado meramente en la existencia de las fórmulas correspondientes y su descripción psicológica y análisis. También afirma que la Trinidad está fundamentalmente en una carencia, deficiente, ya que necesita una cuaternidad para ser trascendida. Y particularmente en lo que se refiere a Dios, piensa que psicológicamente es de vital importancia que la concepción trinitaria se expanda por la inclusión de un Cuarto, o el mal (Satán) o la materia, lo femenino (la Virgen María). La idea de que algo es una necesidad en el sentido de "debería" aparece como una afirmación de facto, ¿o no es más bien una teoría (o tesis) si no un programa, después de todo? Por supuesto, hay otro tipo de necesidad, es decir en el sentido de una ley de la naturaleza, tal como la ley de la gravedad. Bajo las condiciones especificadas por esta ley todos los objetos cayendo aceleran a la misma velocidad independientemente de su peso.  En Memorias, Sueños y Pensamientos (MDR), Jung relata que en su viaje a África cerca de Mt. Elgon, el gobernador de Uganda pidió que Jung y su grupo tomara bajo su protección a una dama inglesa que volvía a Egipto por el Sudán y de esta forma seguía el mismo itinerario que ellos tenían. Entonces, Jung hace el siguiente comentario:
Menciono este episodio para sugerir los modos sutiles por el que un arquetipo influencia nuestras acciones. Éramos tres hombres, eso fue cuestión de pura suerte. Le pedí a otro amigo que se uniera a nosotros, lo que habría supuesto un cuarto. Pero las circunstancias le impidieron aceptar. Eso fue suficiente para constelar el inconsciente o destino. Emergió como el arquetipo de la tríada que pide el cuarto para completarlo, como ha sido el caso una y otra vez en la historia de este arquetipo. (MDR p. 260f., traducción modificada.)

"La tríada, que pide el cuarto para completarla". Es inherente a la tríada, así lo sugiere Jung, sentirse incompleta y pedir el cuarto. Este Jung concibe como una especie de ley general psicológica, que puede ser vista por el hecho de que, como profesa, ha pasado todo el tiempo en la historia. Así que en este pasaje de MDR Jung implícitamente opera mutatis mutandis con un tipo similar de necesidad a la sugerida por las leyes de la física. Si esto fuera el sentido dominante de la relación entre la trinidad y la cuaternidad, Jung podría haberse recostado y relajado, porque el desarrollo histórico podía inevitablemente y por su propio acuerdo convertir la Trinidad en una cuaternidad. El sentido total de urgencia, apasionada argumentación contra la Trinidad como insuficiente y en favor de la cuaternidad que encontramos en muchos de sus escritos posteriores y en MDR sería innecesaria. La profunda emocionalidad con la que habla sobre estas materias revela que tiene un interés personal en el asunto. Pero déjennos considerar primero el episodio particular que ocasionó el comentario de Jung sobre la tríada que pide un cuarto. Hay varios problemas en ello. Por qué fue el hecho de que fueran tres hombres meramente "una cuestión de pura suerte", mientras que cuando les pidieron que aceptaran a la señora en su grupo fue la obra del destino en la forma de un arquetipo constelado? Porqué no es este último acontecimiento también una cuestión de pura suerte, un suceso de la vida ordinaria, sin ningún significado más profundo? ¿Qué justificación hay  ahí para afirmar que un arquetipo estaba operando? Muchas veces el mismo Jung insistió que "la Navaja de Occam" tenía que ser respetada, la admonición según la cual  uno no debe  usar principios explicativos adicionales si los más simples son suficientes perfectamente. Jung no da ninguna razón al porqué tenía que ser esta señora la cuarta ni porqué no podía haber sido posible, por ejemplo, dos damas, o una pareja casada, quien quería unirse a ellos, o, a la inversa, nadie en absoluto. Si el tercer amigo de Jung hubiera sido capaz de ir con ellos, ¿podría también esta señora  haber querido ser tomada bajo su protección durante su viaje a Egipto (lo que le habría convertido en quinta)? La introducción de la idea de los "modos sutiles de los trabajos de un arquetipo" parece en este caso, si no supersticiosa, traída por los pelos.